Escuchaba el ring ring de los teléfonos hasta que el río los apagó con su creciente evolución involutiva. Sus mentes poseidas por frecuencias de onda reguladas en estándares ingenieriles.
Él no recuerda detalles del día en que nació, pero no se siente distinto por aquello,sino porque sabe que pocos tienen el agrado de nacer un día 28 blanco entre nubes de escarcha del Sexto mes del año.Tiene 22, algo así como siete mil días y algo, así como quinientos ochenta y algo meses, y como dos mil semanas. Nacido en la austral undécima,vivido desde los 11 en la caótica capital y próximo al infinito,él no se conforma con lo conocido y sigue explorando mientras tenga sentidos,pues según él, todas las respuestas de un ente al cual se llamó a si mismo humano, se encuentran en el conocer lo desconocido, el probar para el autodinamismo y la autoregulación, el caminar entre escondidos y sensaciones.
No a la coherencia, no al intentar ser cuerdos, no a la prefección inalcanzable. Sí a la imperfección exagerada.
Su gracia ya se perdió. Entre las risas del viento tibio que ambos dejaron atrás
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